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"El que camina solo en este mundo se pierde"

Texto e imagen tomados de: https://catholic-link.com/fratelli-tutti-enciclica-papa-francisco-claves/

 
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Hablar de acompañamiento es muy común en nuestro Colegio Calasanz. Dentro de esta dinámica son varias las acciones que realiza la pastoral para dar respuesta a esto, siempre en la búsqueda de suscitar y reconocer la experiencia de Dios en el día a día de nuestros niños, niñas y jóvenes. A partir de allí surge una propuesta comunitaria para seguir caminando por este mundo con hambre de humanidad profunda, de humanidad verdadera y un deseo de seguir acompañando lo que se lograba suscitar en los retiros espirituales y de privilegiar la cercanía, lo comunitario, la vivencia de los valores del Evangelio y el aporte a la construcción del Reino de Dios. Una propuesta que aporta a la construcción y vivencia de la comunidad eclesial y al encuentro desde la fe que nos brinda la espiritualidad calasancia: el Movimiento Calasanz.

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Este busca acoger todas las edades y momentos de la vida de los miembros de la comunidad de nuestras presencias. Comenzando desde los “más tiernos años” con la propuesta de MIES - Movimiento Infancia Escolapia (Sol de Peralta – Navegando hacia Roma, Cima del Trastévere), pasando por Aventura Alacchi -adolescentes- (Artesanos, Sembradores, Pastores y Pescadores), luego acompañando al Movimiento Juvenil Calasancio (Anástasis) y Movimiento Calasanz adulto. Además, este proceso ofrece una opción para continuar viviendo el seguimiento a Jesús al estilo de Calasanz en la Fraternidad de las Escuelas Pías o en la vida religiosa escolapia.

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En todas sus etapas, el Movimiento Calasanz tiene como objetivo ofrecer la experiencia de vivir en pequeñas comunidades cristianas, de vida y fe en las cuales se opte por el seguimiento a Jesús; por el servicio a los demás, especialmente a los más pobres; por el cuidado de la vida personal ayudando con su formación y madurez como con el cuidar la vida en todas sus manifestaciones; por la comunidad como lugar visible de Dios y de acompañamiento mutuo como hermanos; y todo ello con estilo calasancio en comunión con la Orden de las Escuelas Pías.

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Pero... ¿Cómo inició todo esto? Para hablar de Movimiento Calasanz en el colegio Calasanz Bogotá, es necesario volver en la historia de los grupos juveniles en nuestra presencia.

Corría el año de 1984. Se da la llegada del hoy Padre Juan Jaime Escobar al Colegio Calasanz. Él que había tenido una experiencia en Almatá (grupos juveniles de la ciudad de Medellín) decide iniciar con esta experiencia con los jóvenes de la institución. Es así que, con 25 estudiantes de grado noveno, forma el primer grupo que tuvo el nombre “Dejemos de vainas”. Grupo que abrió camino a esta experiencia y que se mantuvo mientras el padre Juan permaneció en esta comunidad educativa. Luego recibió una obediencia y debió tomar otro rumbo, acción que hizo que el grupo quedara un tiempo en pausa.

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Para el año de 1993, ya ordenado como sacerdote el Padre Juan Jaime vuelve al colegio, decide arriesgarse a forma más grupos juveniles, y es allí donde nace el Movimiento Juvenil Abbá y donde aquellos jóvenes, que tiempo atrás habían hecho parte del grupo, comienzan a vivirse como asesores. En el año 1995 se va fortaleciendo aún más esta comunidad juvenil, pues cuenta con la participación de muchos jóvenes e incluso algunas jovencitas que estudiaban en el colegio Las Esclavas. Fue una época de gran caminar en la dirección del Padre Juan Jaime, hasta el año 2002 que es nombrado provincial y es entonces cuando queda a cargo de la coordinación del Movimiento el Padre Juan Carlos Sevillano. A mitad del año 2003, es nombrado el Padre Sergio Mesa como coordinador del movimiento.

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La ida del Padre Juan Jaime más la poca presencia de los escolapios en el colegio era notoria, lo que generó que los grupos juveniles se fueran debilitando cada vez más y se fueran apagando. Por ello, para el año 2005 había pocos grupos, la permanencia era más de comunidades de exalumnos hasta el año 2007, cuando se dio un intento de que Abbá volviera a renacer encabezado por John Jaime Ossa, pero este renacer no tuvo grandes éxitos por las dificultades que existieron en su momento. Es así que en el año 2008 muren los dos grupos de los exalumnos que existían, y, por ende, mueren los grupos de los estudiantes del colegio, pues muchos de los exalumnos eran los asesores.

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En el año 2011 se da el renacer nuevamente de los grupos juveniles, pues el escolapio Juan Carlos Gómez, junto con en ese entonces laico Sergio Suárez y la profesora Patricia Pedreros, dieron inicio nuevamente al encuentro de los pequeños grupos, ya no con el nombre de Abbá, sino con el nombre de “Anástasis” que significa “Renacer”. En un primer momento, Juan Carlos y Sergio querían que este movimiento siguiera con el nombre anterior, pero fueron los mismos muchachos quienes en la primera asamblea expusieron su idea que no fuera el mismo, pues aquel movimiento juvenil ya había tenido su historia, y era la oportunidad de renacer como el ave Fénix. El coordinador del movimiento Juvenil fue el Junior Juan Carlos Gómez hasta el año 2013.

La llegada de los juniores Daniel Toro y Daniel Cuesta permitió seguir con aquellos grupos, acompañados por el sacerdote mexicano Roly Piña y los maestros Sergio Suárez y Patricia Pedreros, además de otros asesores que se iban convocando, no había un coordinador como tal, sino que se trabajó con un grupo coordinador. Vale la pena resaltar que cada vez era más difícil convocar a los estudiantes o tener de parte de ellos un compromiso con los grupos, pero se realizaban diferentes actividades de integración y oración, de tal manera que eso les llamara la atención a los jóvenes y conocieran el objetivo de los grupos juveniles.

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Para el año 2015, las directivas de la institución nombran como coordinadora a la profesora Patricia Pedreros, pero ya no para el movimiento juvenil Anástasis, sino para el Movimiento Calasanz, propuesta que comienza a surgir desde la Orden y, por ende, la Provincia acoge este nuevo proyecto con la intención de que no sea solo grupos juveniles, sino que sea el conjunto de grupos que abarca desde la infancia hasta la edad adulta.

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Para ese entonces, los grupos juveniles existentes comienzan a tener más fuerza, en especial el de los exalumnos, pues eran ellos quienes ayudaban, y aún ayudan, asesorando los nuevos grupos. También se dio inicio al Movimiento Infancia Escolapia- MIES y se convocó a los estudiantes de quinto de primaria, mientras se contaba con la capacitación y motivación para más asesores en estas edades. Ese primer grupo de MIES intentó continuar en la siguiente etapa: Aventura Alacchi, pero a causa de su edad y a la falta de asesores no tuvo éxito. Para el año 2016 se invitó a los estudiantes de transición a segundo de primaria a participar de los pequeños grupos los cuales tuvieron gran acogida, se contaba con la participación de aproximadamente 300 estudiantes quienes se reunían los viernes después de la jornada y eran asesorados por exalumnos y estudiantes que prestaban su servicio social.

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Para el mes de agosto del año 2017, deja de ser coordinadora Patricia y toma este cargo el escolapio Sergio Suárez, quien, ya siendo religioso, busca con gran dedicación dar una nueva luz a este proyecto. Se da un auge en los grupos juveniles, se fortalece MIES y renace ALACCHI.

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En el año 2019 y a partir de las realidades que se van vislumbrando asume la coordinación del Movimiento Calasanz Anástasis el profesor Omar Serrano Fonseca quien, junto con Angela Gómez, Leidy Suarez, Sonia Ramírez, Ana Uribe y Juan David Rangel comienzan a direccionar lo que hoy es el movimiento. Un movimiento que reúne las diferentes etapas: MIES, ALACCHI, Movimiento Juvenil, Comunidades Adultas y Fraternidad y que busca seguir convocando a otros a vivir al estilo de Calasanz. Por lo anterior y con el ánimo de seguir escribiendo la historia, les invito a hacer un recorrido desde la mirada y sentir de las personas que viven hoy estos espacios, con el fin que animen y permitan que sus hijos e hijas vivan estos espacios. 

Por Omar Serrano. Coordinador de Pastoral

 

 

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Todos los caminos llevan al Amor, y algunos de ellos tienen la fortuna de empezar en MIES

Ana María Uribe Herrera

“(…) no pudo volver sobre sus pasos cuando los romanitos más chiquitos se colgaron de su cuello y le pidieron más: más de vida, más de sabiduría, más de valor, más de rumbo, en definitiva, más de Dios. Y no pudo salir de ahí, porque del Amor no se puede salir.” (Cuadernillo 1)

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La anterior cita es -a mi modo de ver- la mejor forma para definir la razón de ser del Movimiento Calasanz, cuyo origen indiscutiblemente son los niños, aquellos en quienes San José de Calasanz descubrió la sencillez y la cercanía de Dios, los que desde su fragilidad e inocencia fueron motor de una vocación auténtica. Y así fue como, desde hace más de 400 años, Calasanz quedó envuelto de ese Amor que hasta el día de hoy moviliza nuevas vocaciones al servicio de niños y jóvenes desde diferentes roles y actividades.

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El Movimiento es uno de los proyectos atravesados por la espiritualidad y misión de Calasanz. Resulta ser un camino de búsqueda, descubrimiento y formación integral de la persona desde el reconocimiento de la necesidad de ser acompañado y acompañar a otros en ese caminar. El inicio de toda esta propuesta no puede ser otro que el de la alegría e inocencia de los más pequeños en la etapa que se denomina MIES (Movimiento de Infancia Escolapia). Cada semana los niños desde Transición hasta grado 3° se reúnen en pequeñas comunidades para descubrir que desde la alegría del encuentro con otros es posible encontrarse también con Jesús amigo, con la Virgen María que nos guía y con un Dios cercano y paternal. La vida de San José de Calasanz sirve de mapa para orientar en tres espacios el recorrido que van haciendo los niños en su crecimiento personal y espiritual: desde el Sol de Peralta (nombre de la primera etapa) y en el viaje que implica el Navegar hacia Roma, hasta llegar a la Cima del Trastévere, los niños de MIES ponen sus dones y habilidades al servicio de sus pequeños grupos, se acercan a Dios mediante el autorreconocimiento y fortalecen su experiencia de fe al identificar en los demás a Jesús resucitado.

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Si alguien me preguntara (en este momento de mi vida) qué significa MIES para mí, quizá la respuesta más corta que puedo dar es que hace algunos años la curiosidad me llevó a probar de ese Amor del que habla la cita inicial, poco tiempo después sentí la responsabilidad de compartir con otros ese Amor que se me había dado gratuitamente; y las Dioscidencias de la vida me condujeron hasta un grupo de niños juguetones, inquietos, risueños, escandalosos y tiernos que mientras se colgaban de mis piernas y peinaban mi cabello pedían de mí un poco más de escucha, un poco más de miradas atentas, un poco más de mi tiempo, un poco más de canciones y juegos, un poco más de compromiso, un poco más de abrazos, un poco más de risas a carcajadas, un poco más de mi vida… hasta agotar mis fuerzas, y no tuve otra opción que rendirme ante todo el Amor que esos niños (desconocidos en un comienzo) me regalaban y me pedían cada viernes en la tarde.

Después de ese primer año en MIES no pude salir de ese Amor. Han pasado seis años desde entonces, esos primeros niños han crecido, los horarios de MIES han cambiado, han cambiado varias veces sus líderes y asesores, mis horarios y prioridades también han cambiado; pero MIES sigue siendo para mí ese lugar y esas personas ante las cuales dejé de luchar por hacer mi voluntad para experimentar a Dios y lo que Él soñó para mí, y no me queda otra que seguirme rindiendo ante ese sueño cada vez que veo los rostros de esas nuevas semillitas que llegan a MIES pidiendo más a quienes hoy son sus asesores. Cada asesor que pasa por MIES tiene la oportunidad de hacerse un niño: de contagiarse de una mirada llena de asombro, de redescubrir palabras cargadas de ternura y de finalizar cada encuentro con una sonrisa que desborda esperanza. Por eso, mientras pueda seguir participando de esa magia de sentirme amada por Dios como su pequeña niña, y siempre que pueda acompañar a jóvenes que sueñan ser luz para los más pequeños agradeceré la oportunidad de ser parte de MIES y seguiré invitando a quienes encuentro por el camino para que se arriesguen a vivir esta experiencia.

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Testimonios:

“Siempre hacemos cosas diferentes” Juan Manuel Mora Camacho 3A.

“Lo que me gusta de Mies es hablar con Dios” Maximiliano Gómez Ramírez. 3B.

“Lo que más me gusta de MIES es que nos podemos reunir para divertirnos y no aburrirnos, porque este es el mejor grupo espiritual que he conocido. También en el podemos orar, cantar, bailar y conocer nuevas personas. Me gusta que en MIES ayudan y escuchan a los niños” José Miguel Serrano Rodríguez 3C.

“MIES: es un lugar para divertirnos y aprender de Dios” María Clara Esteban Ramírez. 1B

“Que las actividades son divertidas” Mariana Bernal Silva 2A.

“Lo que más me gusta de MIES es conectarme con Dios” Emmanuel Espitia Alvarado.

 

ALACCHI

ARTESANOS:

"El movimiento Calasanz me ha transmitido un sentimiento de apoyo y gratitud en el día a día. Cada vez que estoy en una actividad de Artesanos, veo la cara de los niños y pienso que lo que hago por ellos les servirá en un pequeño momento de sus vidas. Eso es lo que me mueve para estar con la mejor disposición sin importar nada. Es una experiencia muy bonita y al final siento que aprendo más de los niños que lo que ellos pueden aprender de mí. Esta es la parte de la semana en la que vivo lo mejor de mí y es por eso que le agradezco al colegio por ofrecerme la oportunidad de pertenecer a Alacchi.” Santiago Alzate, asesor.

“Me mueve el deseo de dejar la huella de Calasanz en los niños, darles un espacio diferente donde se diviertan y se piensen la vida a profundidad. Además, me mueve el iniciar un proceso de grupo desde que son pequeños para que así tengan más ganas de continuar. Ver a los niños así sea desde mi computador, verles la sonrisa, ver que se conectan (así sean pocos) y ver que se divierten es algo que llena el corazón. Por otro lado, el movimiento me ha tocado de diferentes formas. En un primer momento el haber pertenecido a un grupo juvenil. Por otro lado, llevar el proceso de varios de los estudiantes: los que tuve en MIES cuando inicié llegaron a ALACCHI el año pasado. Los que tuve en ALACCHI hace años, el año pasado colaboraron como voluntarios de servicio social. Verlos crecer y ver las personas en las que se han convertido me alegra el corazón. Además, el haber pertenecido al colegio, al movimiento, ha hecho de mí una persona que se vive al estilo de Calasanz en todo momento y da lo mejor de sí.” Cindy del Castillo, Asesora.

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PESCADORES

Nuestra experiencia con Alacchi ha sido inigualable. Nosotros como asesores tenemos el propósito de acompañar a los niños a crecer tanto emocional como espiritualmente. Somos conscientes de que cada uno de ellos tiene su propia realidad y lo que hacemos en esta etapa es poder brindarles a los niños un espacio seguro en donde puedan confiar y en donde incluso se puedan desahogar. Además, tratamos que en todas nuestras actividades podamos darles las herramientas para construirse como seres humanos íntegros. También es una experiencia única debido a que somos los encargados de acompañarlos en su descubrimiento en su relación con Dios, aunque a veces resulte difícil, nos hace felices ver cómo van avanzando en la construcción de esta relación.

Este año ha sido todo un reto el poder seguir nuestras actividades a través de la virtualidad, sabemos que más que nunca los niños necesitan de nuestro apoyo y hemos estado reinventándonos en nuestras actividades para seguir acompañándolos.

 

MOVIMIENTO JUVENIL

Paula Acuña

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Luego de pasar por MIES y ALACCHI aparece una invitación muy especial para los cursos de noveno: hacer parte de un grupo juvenil. Es aquí donde varios muchachos deciden quedarse a mirar qué es eso de lo que un grupo de estudiantes de décimo, once y algunos exalumnos fueron a hablarles. Al inicio no saben muy bien qué es lo que van a hacer, y mientras van caminando juntos encuentran en el grupo un espacio cercano, confiable y reflexivo. Es aquí, en Peralta, nuestra primera etapa, el momento en el que comienzan a identificarse con la opción por la comunidad, pues reconocen en sus compañeros de grupo una fuerza para vivir auténticamente y crecer juntos.

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Pasa un año de conocerse, de confiar en el otro y llegan a Estadilla, la segunda etapa, donde reconocen la necesidad de profundizar en su crecimiento personal con ayuda del mayor “influencer” de la historia, Jesús y con un toque muy especial, el Calasancio. Aquí reconocen que todos los dones que han descubierto en ellos y en sus compañeros son regalos de Dios y deciden atreverse a vivir esa opción por Jesús que es tan importante en nuestro Movimiento Calasanz.

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Quienes pasan a once convencidos de que el Movimiento es un pilar fundamental para su vida y su crecimiento llegan a la última estación como estudiantes, el Trastévere. En esta etapa hay una misión muy importante: identificar la voluntad de Dios en la propia vida para descubrir su vocación y la forma en que quieren vivirse como cristianos. Algo que en papel suena tan bonito, pero que en la vida real es un reto para los muchachos, pues se necesita valentía en el mundo en que vivimos hoy para escuchar con claridad ese llamado que se siente en el interior que les permite vivir al 100% los dones que en los últimos tres años fueron descubriendo.

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Muchos creerían que es aquí donde termina el camino del Movimiento Calasanz, pero para quienes les ha tocado el corazón esta vida comunitaria de fe, el camino hasta ahora comienza...

(Ahora mi testimonio por si sirve de algo jeje😊 ) Desde mi experiencia, el grupo juvenil fue de las mejores cosas que me pudo pasar en el colegio. Comencé a participar en actividades comunitarias desde noveno y hoy, casi siete años después hago parte de una comunidad que me recuerda cada semana que Dios, mediante el amor que nos tiene, nos muestra por dónde debemos caminar. Ese amor me impulsó a asesorar grupos juveniles de muchachos desde noveno; con ellos descubrí que es posible amar a cada uno y ver belleza en sus dones, en su historia e inclusive en sus temores.

Después de muchas reuniones de grupo, encontré ese llamado de Dios a educar como Calasanz. El descubrimiento de mi vocación, gracias al Movimiento Calasanz, me movió a formar mi proyecto de vida llevando de la mano la opción por vivir en comunidad, como Jesús, y con ese toque Calasancio que este lugar me mostró.

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Testimonios MJC

  • “Grupo Juvenil me ha permitido conocerme. Abrir mi corazón y mis oídos a las historias de los demás me concede la oportunidad de saber más de mí. Saber que ando en  una constante búsqueda de ser mejor y de vivir mejor. Cada viernes por la tarde, dejo de lado mi faceta de deportista y de estudiante para convertirme en persona, solo persona. Y al sentarme frente a mis compañeros, frente a la cámara (por la situación actual) realmente me siento frente a Mariana Rojas y la escucho. A final de cuentas sobre eso trata Grupo Juvenil: Escucharme y sentirme en el otro.” -Mariana Rojas 10B

  • “En un inicio entré a grupo juvenil en búsqueda de seguir ese camino que comenzamos en los retiros, me sentía indecisa sobre compartir cosas de mi vida con personas con quienes rara vez hablaba, pero cuando comencé a integrarme, a escuchar, a hablar con los demás, ahí fue cuando verdaderamente me sentí unida. Este es un espacio en donde he aprendido a apreciar tanto los colores vivos de la vida, como los grises de la misma; encontré apoyo, encontré personas que me han incentivado a ser la mejor versión de mí. Grupo juvenil es ese lugar en donde muchas personas que parecen no tener nada en común se reúnen, pero en verdad, nos conectamos en una manera especial, y es vivir la filosofía calasancia en nuestro día a día, compartirla con las personas que nos rodean, ser capaces de ver más allá de las apariencias y reconocer lo mejor de cada persona con la que compartimos. Es una familia que no necesita estar de acuerdo en todos los aspectos, pero que siempre está moviéndose en ese mismo camino que Calasanz nos ha enseñado.” -Maria José Pizarro 10°

  • “Grupo juvenil… el que no lo conoce dirá que es un movimiento en el que se ora y se busca una cercanía con Dios,  pero es algo un poco más complejo que esto. En mi caso, mi grupo es una familia, una que al comienzo parecía un poco disfuncional, estaba compuesta por personas que, aunque veíamos todos los días, no conocíamos o que, en su defecto, conocíamos muy poco de ellos; esto dificultó un poco las cosas al comienzo, sin embargó con el pasar del tiempo todo fue mejorando. Mi experiencia o como yo la describo, es como cuando nace un bebé, él llega sin escoger a dónde llega necesitando ayuda, la cual es brindada por sus papás, el bebé va creciendo, su familia se va agrandando, nacen hermanos, y él va amando a su familia cada día más, ese amor es especial, no es un amor pasajero, es uno infinito, eterno. Mi grupo, mi familia, esa que me hace crecer como persona, esa que me ama y me enseña a amar.” -Natalia Arenas 10°

  • “Aunque solo he entrado como dos veces, virtualmente puedo hablar con alguien diferente, ya que nunca hablo con nadie, y así siento que salgo de la rutina” - Lina Fonnegra 9°

  • “A mí lo que me mueve a participar en grupo juvenil es poder hablar, hacer actividades raras o divertidas que no hacemos normalmente” - Isabella González 9°

  • “Lo que me mueve a participar en grupo juvenil es compartir con otras personas, poder encontrarme con otras personas” - Sebastián Rangel 9°

  • “El movimiento ha impactado mi vida, ha cambiado muchas cosas de mí, ahora me puedo abrir más, puedo contar lo que siento sabiendo que tengo amigos y una asesora que me ayudan y me comprenden. Me mueve ver que algunos de mis compañeros de grupo (como Isa Uribe) tienen una gran capacidad de ver a los demás, ayudarlos y de ponerse en los zapatos del otro. Y, de igual forma, desde mis experiencias puedo aportarle a los demás un poquito.” - Felipe Tenjo 11°

 

Exalumnos (Frascati)

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Salir del colegio es salir al mundo a enfrentarnos a la realidad y nuevos retos: la universidad, nuevas amistades, autonomía y libertad. El reto es permanecer conectados con la presencia de Dios que nos habita, vivir fiel y coherentemente lo que descubrimos en el colegio. Llega un punto en el que descubro que mi proyecto de vida no puede ser concebido fuera de una comunidad y, por lo tanto, me comprometo radicalmente con ella y sus miembros. Por último, se deja de lado una actitud pasiva y ahora soy un protagonista más, acompañando a otros niños y jóvenes, como lo hicieron conmigo, ayudando a coordinar momentos del movimiento Calasanz y/o haciendo parte de obras de educación no formal o catequéticas dentro de la orden.


Movimiento Juvenil mucho más que solo una corriente

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Muchos de los que lean este escrito tal vez hayan iniciado en el Movimiento juvenil, específicamente en el grupo, como yo, pensándolo tan solo como una distracción de los viernes rutinarios que se limitaban a llegar a la casa, descansar y esperar el sábado para hacer las tareas. A pesar de eso, creo que muchos terminamos profundamente enamorados por descubrir la labor social y comunitaria tan hermosa que se vive allí.

Fue por allá en el 2018 cuando varios ex alumnos del CCB nos hicieron la invitación para ingresar a la raíz del Movimiento llamada Grupo Juvenil. Al principio estaba poco convencido, pero me he dado cuenta de que a veces las cosas que se logran hacer son por la actitud positiva, siempre con una sonrisa en el rostro que termina por animar hasta al más “chacho”.

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Para ese entonces estaba en noveno y por lo tanto mis asesoras Nata y Vale, nos animaban la tarde del viernes con diferentes actividades que definitivamente son de los integrantes y para los integrantes con esto quiero decir, que definitivamente el empirismo tiene mucho que ver con disfrutarlas. Así es, para que no caigan en lo que mis amigos más cercanos despectivamente llamaban solo un “grupo de oración” y que me negaba a responderles pues yo, que estaba adentro, sabía en realidad que su definición trascendía a mucho más que solo a la que ellos hacían tan vaga y vacía.

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Me enamoré, así como uno termina por hacerlo con una persona, yo lo hice con mi grupo, porque me hicieron sentir parte de un núcleo de personas que con certeza afirmo, se sentía como una familia. Por esto digo que la definición trasciende, no solo se ora, sino que se comparte, se vive y se cuida la labor que Calasanz quiso mantener en este mundo por mucho tiempo.

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Jugamos, lloramos, reímos y sentimos tantas cosas que requeriría de un libro para poder abarcar todo lo que siendo que en grupo logré descubrir no solo de mí, sino de los demás, de las personas tan hermosas con un inmenso corazón que hacen parte de la comunidad calasancia, de la cual me siento honrado ser un puntito de esa infinita circunferencia de amor, servicio y entrega.

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Fue por esto que, al inscribirme en décimo para prestar mi servicio social, con solo escuchar la palabra “Alacchi” supe dónde tenía que estar mi nombre para realizarlo. Y para nada me arrepentí de esta decisión, pues ese año lo disfruté como ninguno, compartiendo con niños maravillosos y asesores (exalumnos) que mucho más que “jefes”, fueron profesores que me enseñaron cómo se debe tripular una nave cuyos pasajeros requieren más que tentempiés, pues lo que necesitan es un profundo cariño y demostración de felicidad; esto hace que se enamoren igual que uno del Movimiento.

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Ver la capacidad que tiene un ser humano para entregar no solo cosas materiales, sino enseñanzas, afecto y valores tomados de un Jesús que nos permitió ver que la ayuda con el otro y el desapego por lo material es un acto de amor mucho más grande, fue lo que logré inculcar en mí para participar en mi servicio.

Creí que, con el final de este, era así mismo el mío en grupo, pero en el tiempo de Dios lo que se tiene planeado para uno, llega tarde o temprano. Ahora, por cosas del destino, soy asesor de ALACCHI, y creo que me entienden la felicidad de poder decirlo, habiendo expresado todo lo que descubrí desde noveno y me llevó a participar activamente en el Movimiento.

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Sí, es verdad, ahora los encuentros son virtuales, pero esto solo demuestra que lo que se vive desde ser integrante y se impacta como asesor, es mucho más que un encuentro presencial, es un sentimiento de comunidad, de cuidado, de afecto y de compañía gigante que puede romper incluso las barreras más grandes de la comunicación y viajar por los canales del amor en la distancia. En resumidas cuentas, quiero impactar en los chicos como mis asesoras y mis profesores de servicio impactaron en mí, siempre llenos de paz y tranquilidad para afrontar todos los percances que a veces se pueden presentar, pero que no son imposibles de superar con tal de dejar una huella en el corazón de los demás y en especial, en el de los niños y jóvenes.

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Por último, solo quiero dar las gracias por las cosas tan hermosas que he aprendido siendo parte del Movimiento, ya sea en grupo o como asesor, pues es lo que planeo dejar a futuro a los chicos en conjunto con mis compañeras asesoras Eva y María Paula, quienes, al igual que yo, quieren seguir construyendo esta obra que hace más de cuatrocientos años inició Calasanz y ahora está en nuestras manos no dejarla desvanecer por más duras que sean las circunstancias. ¡Ánimo! Y como dice un querido profesor mío “tranquilos que, aunque el día esté oscuro, no deja de ser día”.

Juan David Rangel

 

Comunidad adulta

Sonia Lucía  Ramírez C.

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Para mí, pertenecer a una comunidad escolapia, ha significado no solamente vivir con inmensa alegría el caminar junto a otros, compartir e impulsar la misión y la espiritualidad Calasancia, vivir momentos de oración, crecimiento personal y formativos; sino, encontrar riquezas y vivencias tales como:

  • Aceptar a  los demás tal como son.

  • Trabajar  lo que en mí despiertan ciertas situaciones y actitudes de la cotidianidad.

  • Acoger con humildad pensamientos y propuestas diferentes de las mías.

  • Creer en mis dones y capacidades para ponerlos a disposición de otros.

  • Escuchar al Espíritu para descubrir lo que Dios quiere de mí, encontrando mi vocación en la escuela Pía y en el mundo.

  • Vivir mi autenticidad siendo fiel a lo que soy en profundidad.

Pertenezco a la fraternidad escolapia desde hace cinco años. Respondí a esta invitación de la escuela Pía, después de un proceso de preparación y acompañamiento personal y grupal. 

Luego de un discernimiento, hice la petición a la escuela Pía y fui aceptada. Esto se hace dentro de una celebración religiosa comunitaria con una promesa que se emite públicamente y que es renovada cada año.  La pertenencia a la fraternidad implica haber descubierto como vocación personal el seguimiento de Jesús al estilo de Calasanz, aunar esfuerzos para lograr una transformación social hacia un mundo mejor. (En mi caso particular, promoviendo la pertenencia al movimiento Calasanz  desde  mi experiencia, así como el cuidado de la vida en todas sus formas y el cuidado de la casa común (planeta)), asumir como propia la misión escolapia, animar a la comunidad cristiana escolapia, sentirme parte de las escuelas Pías y participar activamente en la pequeña comunidad.

 

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Caminar por el mundo queriendo vivirse de manera distinta no es sencillo. Por ello, se hace importante caminar con otros que te aporten a tu propio conocimiento, que te sostengan en los momentos que lo requieras, que te ayuden a crecer en tu humanidad más profunda, en tu relación con el Dios de Jesús.

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